La pandemia nos ha hecho dar un paso (o varios) hacia la digitalización de la enseñanza, y es algo que debía ocurrir de manera inevitable. Debemos fomentar el uso de redes de aprendizaje digitales, debemos empezar a trabajar con herramientas como Google Classroom y sacar un mayor rendimiento a diversos recursos educativos que encontramos en internet. Negar este hecho es como desear que las olas vayan hacia dentro del mar en vez de venir hacia la costa.
Pero no debemos perder la esencia de nuestra humanidad. La pandemia, a punto de desaparecer, también nos ha recordado la importancia de las emociones, la necesidad del contacto personal, la añoranza de ver las sonrisas de nuestros alumnos. ¿Os imagináis la escuela sin papel y sin bolígrafos? Las herramientas (son herramientas) deben cambiar, como cambió el plumier y el tintero, pero no debemos abandonar la esencia. Tenemos claro que los alumnos de Educación Infantil, 1º y 2º de Primaria, o incluso 3º y 4º de EP, deben trabajar con papel, lápiz y útiles de escritura, pero parece que después todo lo bueno viene en formato “pixel” y todo lo “analógico” es viejo y anticuado. Nada más lejos de la realidad.
Valoro mucho el aprendizaje audiovisual, y me declaro fan absoluto del vídeo educativo, especialmente de los que son producidos por los propios alumnos. De esta manera los alumnos han sido autores de proyectos educativos como “No tengas miedo”. Se trata de una pequeña serie (al estilo Netflix) en la que aprendemos sobre el bullying y se genera conciencia social sobre esta problemática. Durante una semana se estrenaba cada día un pequeño capítulo creado por ellos. Otro proyecto maravilloso fue “Informe Semanal”, una propuesta en la que cada semana los alumnos elaboraban un informativo sobre cosas que sucedían en la sociedad, noticias sobre aspectos que aprendían en clase y una tercera noticia sobre una reseña literaria. Así se llegaron a elaborar hasta 33 informativos durante un curso escolar. Finalmente otro bonito proyecto audiovisual fue “Quart de Poblet, un pueblo para recordar”, en el que los alumnos crearon un personaje (abuelo ficticio) que sufría Alzheimer y explican todos los servicios que ofrece su municipio, cómo es el ayuntamiento y en definitiva cómo es su pueblo para que sus abuelitos no lo olviden.
Todas estas propuestas tienen una alta carga digital, se trabaja con tablets, ordenadores, teléfonos… Pero también hay un desarrollo analógico, y que hoy quiero poner en valor. Para desarrollar cada uno de esos proyectos los alumnos han seguido unos procesos que no aparecen en la pantalla, pero están ahí:
- Todos los alumnos, bolígrafo en mano, han elaborado unos guiones, o redactado unas noticias que luego contaban en el informativo. Han aprendido cómo es un guion cinematográfico. Evidentemente hay un trabajo académico importante detrás, redacciones, acuerdos, modificaciones… Pero es bonito que ellos lo elaboren en papel, que ese primer paso sea “analógico” ya que esa fijación en el recuerdo será evocada cada vez que visualicen el producto final. Cocinamos a fuego lento esa elaboración analógica, y el resultado (el vídeo) siempre conservará para ellos ese aroma de los momentos vividos en grupo.
- Todos los alumnos también participan en otro tipo de guion que muchas veces cae en el olvido, se trata del guion gráfico, que recoge cómo queremos que se vea cuando se graba. En el guion gráfico los alumnos representan los planos, cómo les gustaría que se viese y es una oportunidad maravillosa para que se expresen artísticamente mediante el dibujo o incluso apostando por el manga. Es cierto que existen aplicaciones de dibujo digital, pero personalmente creo que no debemos abandonar el romanticismo del folio en blanco (o con cuadraditos en este caso para las diferentes escenas) y el lapicero en la mano.
Nosotros, docentes, somos los guardianes de la buena escritura, de la buena letra, que por supuesto nunca con sangre entra. Al igual que los docentes de Japón intentan que no desaparezca su escritura vertical asesinada por los medios digitales nosotros debemos ser baluartes del romanticismo, permitiendo que nuestros alumnos escriban, puedan crear, y puedan imaginar, tanto digitalmente como analógicamente, porque el futuro ya va pixelado. Pero al igual que un olor nos puede llevar a un recuerdo de la infancia el tacto del lapicero, del papel y el olor a goma de borrar deben llevar a los adultos (hoy nuestros alumnos) a ese recuerdo sensorial. Así, combinando analogía y digitalización, podremos crear experiencias como el libro “Diario de un confinamiento en familia”, en el que mediante la escritura creativa, con dibujos analógicos, y posteriormente con documentos digitales compartidos, los alumnos pudieron escribir un libro que recoge sus propias vivencias durante la pandemia. De forma cooperativa entre analógico y digital pondremos en-papel los medios tecnológicos, sin negarnos a generar experiencias vivas en las aulas. Y tú, ¿te animas a dejar esta pantalla y lanzarte al papel?
Sobre la autoría:
Francesc Vicent Nogales Sancho es el ganador del ‘Premio Educa Abanca Mejor Docente 2021’ en la categoría de Educación Primaria.