Ya sabemos que el aprendizaje de la lectoescritura es fundamental para garantizar al niño una base de competencias que le serán esenciales en la vida. No solo por lo que representa a nivel académico, sino también porque supone crear estructuras de pensamiento cada vez más complejas para el desarrollo cognitivo del niño.
Pero en este proceso suelen presentarse algunas adversidades que debemos tener en cuenta. Os recordamos algunos, y cuáles serían las mejores soluciones:
- Aburrimiento: el aprendizaje, para que sea efectivo, debe ser lúdico y creativo. Si no conseguimos que el niño esté motivado en las diferentes actividades que se plantean, todo el ejercicio será en vano. Lo realizará de manera mecánica y sin que experimente placer. Esta ausencia de emoción impide que se le grabe en su mente. Por eso debemos preparar siempre actividades divertidas y sorprendentes. El niño debe vivir siempre una experiencia nueva, lo más sensorial posible.
- Familias: a veces parece que todo el mundo sabe de todo y puede opinar, e incluso intentar imponer su criterio. En la enseñanza, lamentablemente, también nos encontramos con esta situación. En Infantil, aunque los maestros sois quienes tenéis claros los objetivos, los procedimientos y la evolución del pequeño, empieza a ser frecuente encontrarse con padres que exigen más. Dan consejos y proponen actividades sin una programación pedagógica, o piden resultados inmediatos, e incluso preguntan por qué en comparación con primos, hermanos o vecinos, su hijo parece ir más retrasado y dudan de los profesores y su trabajo. Esta situación es complicada de resolver, pero debe explicarse a las familias el proyecto educativo del centro y la clase, y su programación pedagógica. Y, sobre todo, hacerles entender que en Infantil se trabajan las bases para dar el salto más adelante.
- Herramientas: es muy importante proporcionar materiales escolares adecuados. En función de la edad, los rotuladores y lápices deben ser gruesos para facilitar el agarre de puño o de trípode, con colores llamativos, resistentes o con la punta amortiguada, sin peligros (tinta no tóxica, tapones agujereados…), ergonómicos, adaptados a diestros y zurdos… Así evitaremos la fatiga, facilitaremos el agarre correcto y los animará a seguir practicando la escritura y el coloreado.
- Grupos uniformes: cada niño tiene su ritmo de aprendizaje. Es imposible que se acabe la etapa de Infantil y que todos hayan adquirido las mismas habilidades y conocimientos. Pero a veces parece que solo importe tener un grupo uniforme en el que todos tengan el mismo nivel. Como hemos dicho, estamos trabajando los cimientos, así que es importante que estos sean sólidos. Si queremos correr mucho al construir una casa, puede que la estructura base sea débil y provoque graves problemas posteriores al levantar el edificio. Así, deberíamos poder analizar y percibir cuál es el ritmo de aprendizaje y los puntos fuertes y débiles de cada niño. Y entonces sí, trabajar actividades específicas para mejorar aquello en lo que falla, además de poder avisar a familiares y futuros profesores para trabajar más intensamente estos puntos.
No todos los casos son iguales, y no todos los maestros experimentaréis ni el mismo grado ni la misma intensidad de estos problemas. Pero es importante reconocerlos para poder enfrentarse a ellos con éxito y ofrecer el mejor resultado para vuestros niños.