La Teoría de las Inteligencias Múltiples que desarrolló el psicólogo estadounidense Howard Gardner hace casi 40 años tiene cada vez más adeptos entre los profesionales de la educación. De entre las ocho diferentes inteligencias que identificó, una es la lingüística.
Todos estamos dotados en mayor o menor medida de cada una de ellas, y se ha insistido en la necesidad de desarrollarlas todas, e identificar la que predomina en cada niño y potenciarla. La inteligencia lingüística es una de ellas: sirve para relacionarse con el entorno y las otras personas, y para adquirir nuevos conocimientos.
Vamos a ver cómo podemos trabajar para potenciarla y facilitar el tránsito hacia el desarrollo de otras inteligencias (en los casos en la que la predominante no sea la lingüística).
En primer lugar, es importante comprender que en este modelo de aprendizaje el niño ya no es un mero receptor de conocimiento, sino una parte activa, protagonista. Por eso debe incentivarse la investigación y la autonomía, a la vez que se debe trabajar el aprendizaje colaborativo, donde los otros niños pueden ser también ‘maestros’. Y es que en este entorno lo que importa es el camino, no solo llegar al destino.
Se pueden crear en todo el perímetro de la clase diferentes estaciones dedicadas a cada inteligencia. Para prepararlas es conveniente que los niños sean los protagonistas, con el asesoramiento del maestro. Estas zonas temáticas pueden contener murales explicativos, pero es importante que ofrezcan también objetos y utensilios para cada inteligencia. En el caso de la inteligencia lingüística es evidente que debe proporcionar unos buenos lápices, rotuladores, colores, folios, así como cuentos, revistas y otros soportes textuales.
En cualquier caso, deben servir para desarrollar actividades variadas, dinámicas y lúdicas, que favorezcan progresivamente la autonomía del alumno. En este sentido, debe haber una planificación, aunque es importante adaptarse al ritmo de cada alumno. Como maestro debemos seguir individualmente al proceso de aprendizaje de cada niño y su evolución.
Es ideal trabajar con subgrupos dentro del grupo para progresivamente ir unificándolos hasta crear uno solo: el de la clase. Así nos aseguramos que al final todos tienen un nivel muy parecido. Además, los subgrupos permiten mezclar perfiles para que los que son válidos en un aspecto puedan, con el apoyo del maestro, asesorar y ayudar a los demás compañeros.
Algunas actividades útiles para trabajar la inteligencia lingüística son:
- Comprender los fonemas: separar (o unir) componentes de las palabras.
- Conocer el significado de las palabras.
- Descubrir nuevas palabras.
- Construir palabras y oraciones.
- Comprender órdenes.
- Potenciar la entonación.
- Usar poesías y canciones (que permiten trabajar otras inteligencias, como la viso-espacial, la musical o la corporal).
- Lectura, comprensión e ilustración de cuentos (que también ayuda a trabajar la inteligencia viso-espacial).
- Juegos de palabras: crucigramas, sopas de letras, trabalenguas, chistes…
- Explicaciones personales asumiendo roles, ya sea como actores, o con títeres (uso de inteligencias viso-espacial y corporal).
- Creación o modificación creativa de textos (cuentos, diarios personales, revistas…)
- Conversaciones colectivas, debates o presentaciones.
Esta metodología puede ser muy útil para facilitar el aprendizaje de la lectoescritura y ayudar a potenciar plenamente las capacidades de cada alumno.