STABILO Aula – Lectoescritura y coloreado para profesores de infantil y primaria

La importancia del desarrollo de la conciencia fonológica y la figura del maestro

En el proceso de aprendizaje de los niños destacan dos fases principales. En primer lugar, el de la lengua oral. Este es de tipo natural, basado en la imitación y repetición. A continuación, el de la lectura y la escritura. Este se rige por códigos concretos y requiere un mediador: el maestro. El correcto aprendizaje de esta base lingüística supone construir unos cimientos sólidos que repercutirán en el desarrollo intelectual posterior del niño.

Así, la figura del profesor es nuclear para poder implementar ejercicios de desarrollo de conciencia fonológica, como concluye el artículo ‘La conciencia fonológica’, de Macarena Capilla Hurtado, Maestra Especialista en Audición y Lenguaje, publicado en el número 1 del Volumen 1 de la Revista Internacional de Apoyo a la Inclusión, Logopedia, Sociedad y Multiculturalidad, en enero de 2015. Y es que los niños deben tomar conciencia activa sobre el lenguaje y cómo están formadas las palabras y un adulto es quien debe guiar este proceso.

La base de la conciencia fonológica es, valga la redundancia, tomar conciencia de la lengua y cómo están formadas las palabras. Por eso alguien debe acompañar a los niños a la hora de ayudarles a descubrir el alfabeto, los fonemas, las sílabas y cómo las sílabas forman palabras.  Debemos recordar que son convenciones culturales, ya que no es lo mismo el alfabeto latino que el cirílico, ni se pronuncian igual determinados diptongos en un idioma que en otro, a pesar de tener el mismo alfabeto. Esta tarea se desarrolla en el ciclo de Infantil y el profesor debe detectar si el niño ha adquirido la capacidad para combinar estos elementos. Cuando el pequeño comprende y articula estos conceptos es cuando está preparado para afrontar el reto del aprendizaje de la lectoescritura.

Algunas actividades pueden ser representar frases mediante dibujos, contar palabras, cambiar palabras dentro de una frase, contar sílabas, identificar fonemas, identificar sonidos de vocales y consonantes concretas y pronunciarlos, jugar con rimas, etc.

Los maestros también tienen que ser conscientes que hay algunos factores que pueden afectar este proceso. Pueden ser problemas de visión o audición, dislexia o problemas de memoria fonológica a corto plazo. En este último caso puedes identificarla haciendo repetir a cada niño de manera clara y comprensible diferentes secuencias de sílabas infrecuentes con sonidos complejos (‘chu’, ‘zo’, ‘gui’, ‘men’, ‘bal’, ‘ños’, ‘flur’…). Para cada caso existen actuaciones concretas que permiten reducir sus efectos negativos y socorrer en el aprendizaje de los niños.

Cuando el profesor considera que el pequeño ha adquirido correctamente la conciencia fonológica y se desenvuelve fácilmente con los sonidos del habla y comprende su ‘lógica’, es cuando se puede pasar al aprendizaje de la lectoescritura. Si nos avanzamos en este proceso puede ser contraproducente.