Los maestros y maestras de infantil son los primeros profesionales de la educación que están en contacto, durante muchas horas al día, con los niños. En esta etapa tan fundamental para desarrollo del lenguaje, la socialización y aprendizaje de la lectura y la escritura, los padres, viven cómo sus bebés se hacen niños, en ocasiones, con cierta ansiedad.
Es la etapa de las comparaciones, Juan todavía lleva chupete y Javi no, pasamos al habla poco o mucho, reconocer letras o no y finalmente, al “ya lee” o “todavía no lo hace”. Las comparaciones no son buenas y debemos respetar el proceso madurativo individual pero sí podemos determinar unos mínimos por edad. Si se detectan alguna de estas señales, se debe consultar al especialista del ámbito de la pedagogía o de la psicopedagogía:
- No gesticular, no tener lenguaje designativo (señalar con el dedo lo que quiere).
- No relacionarse con los demás niños o adultos o relacionarse de manera extraña.
- Dificultad de comprensión.
- Observamos problemas para expresarse.
El maestro de infantil sabe que hay señales de alarma que no pueden ignorarse. Analicemos las etapas por las que los bebés llegan a la madurez suficiente para iniciar la lectoescritura.
Bebés hasta los 6 meses
Es alarmante que el bebé no llore habitualmente, no se ría o emita balbuceos. En esta etapa, los niños lloran de manera distinta según sus necesidades; llora diferente si necesita dormir, tiene dolor de barriga o quiere comer. Hay que informar a los padres y recomendarles la visita a un especialista.
Bebés hasta 12 meses
Si el pequeño no responde a nuestros juegos básicos, no realiza intercambio comunicativo, no repite vocalizaciones o no comprende los saludos más elementales.
De los 12 meses a los 18 meses
A esta edad es habitual que nuestros pequeños alumnos utilicen unas pocas palabras, señalan lo que quieren o lo que intentan expresar. Utilizan palabras, aunque muy pocas, y gestos. Si observamos que no señala y que deja de utilizar oralmente palabras o sonidos que había aprendido y tampoco hace mención de señalar, debemos avisar a los padres.
Hasta los 2 años
Los logopedas nos indican que, desde 18 a los 24 meses hay una importante evolución en el lenguaje. Producen frases sencillas, nombran a personas, indican o reconocen partes de su cuerpo y entiende instrucciones sencillas.
Hasta los 3 años
Nuestro alumno debe utilizar frases de pocas palabras y comprender instrucciones de dos pasos.
Hasta los 4 años
Nuestros niños a esta edad han ampliado su vocabulario, cualquiera entiende lo que dice y entiende órdenes verbales algo más complejas.
De 5 años a 6 años
Los niños van a contarnos sus experiencias y nos entienden cuando les hablamos. Elaboran frases. En este periodo se sienten más seguros y están deseando expresarse, relatan sus propias vivencias, forman frases con mayor complejidad y se les comprende cuando hablan. Nos entienden cuando les hablamos y usan una elaborada construcción del lenguaje.
Aquí se consideran signos de alarma que el niño no nos entienda, sea incapaz de contar sus historias y no use frases cortas.
Además de entender lo que se habla con él, con cinco y seis años un niño con correcto desarrollo del lenguaje ya utiliza oraciones más difíciles y explica tanto sus experiencias como otras historias fáciles con claridad y una construcción y vocalización entendible para todos.
En esta fase, tenemos que acudir al profesional especializado de nuestro centro si detectamos que el niño no comprende lo que se habla con él, ni usa frases y tampoco relata con claridad sus experiencias y nadie entiende lo que dice.
La importancia del diagnóstico
Los niños empiezan su desarrollo desde recién nacidos y conservan esta plasticidad en el desarrollo del lenguaje durante la infancia; es importante que, al detectar una dificultad en la comunicación durante este desarrollo continuo, se actúe para evitar que el resto del proceso se pueda ver alterado.
Por todos esos motivos, si observamos alguno de los problemas indicados anteriormente, es importante contactar con un especialista para evitar dificultades en el desarrollo de la lectoescritura, la socialización o a nivel emocional.
Sobre la autoría:
Verónica Méndez Pardo es colegiada del Colegio Oficial de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana.