STABILO Aula – Lectoescritura y coloreado para profesores de infantil y primaria

¿Sabes qué es y cómo afrontar la disortografía?

El aprendizaje de la lectoescritura es un proceso largo y complicado. Normalmente, si el niño no tiene problemas físicos o mentales y el método y el ambiente es el adecuado, aprenderá este sistema de comunicación tan complejo. Sin embargo, en este contexto, aún puede producirse una adversidad: la disortografía.

La disortografía es un trastorno que dificulta o impide escribir las palabras con la ortografía correcta, lo que denominaríamos sencillamente como ‘las faltas’. No debe confundirse con la disgrafía, que consiste en que los niños no usan adecuadamente la herramienta de escritura para ejecutar el trazado de las letras de manera correcta.

Las causas que producen la disortografía son varias, y pueden ser independientes entre ellas. Algunas son la falta de atención, sensoriales (dificultades visuales, falta de memoria auditiva…), problemas de lectura o fonológicos, falta de vocabulario, desmotivación o incluso una metodología de enseñanza de la lectoescritura inadecuada o un entorno poco comunicativo.

Algunos ejemplos de la disortografía son cambiar un fonema por otro, invertir el orden de escritura de letras, obviar la escritura de letras sin sonido (‘h’, la ‘u’ en el sonido de ‘guitarra’…), dificultades para asociar el fonema con su grafema, uniones o separaciones de sílabas y/o palabras de manera incorrecta, alteración del orden y el significado de frases enteras…

Indicios

Es evidente que cuando los niños aprenden a escribir pueden cometer fallos y errores. Sobre todo, al principio. Pero cuando se producen con reiteración y de manera evidente (garrafales, como se decía antes), y en edades en las que razonan y pueden aprender y comprender normas ortográficas, debemos considerar que existe un caso de disortografía.

Para atajar este problema se tiene que identificar su posible origen y, si es de tipo físico o mental, hay que recomendar a los padres la visita con un especialista. En este sentido, en todos los casos, es importante la implicación y colaboración de la familia para superar esta dificultad.

Si el problema no es físico ni mental debemos detectar el patrón predominante de los errores. Una vez hecho, se trabajarán actividades concretas para subsanarlos en función de sus características. Pueden ser ejercicios de tipo lingüístico, de percepción auditiva, de diferenciación visual…

Es comprensible que los niños se confundan y equivoquen al escribir durante el proceso de aprendizaje. Pero debemos vigilar que no se trate de errores ni patrones repetitivos, sin que se subsanen con el paso del tiempo, porque entonces será sintomático de un impedimento mayor.