La disgrafía es un trastorno de la escritura que afecta a su forma o al significado y es de tipo funcional, por lo que se presenta en niños con una capacidad cognitiva normal, sin déficits neurológicos, sensoriales, motrices o afectivos graves y que han recibido la suficiente estimulación ambiental.
Podríamos diferenciar dos tipos de digrafía:
- Disgrafía primaria o digrafía evolutiva en la que no existen causas que no sean de tipo funcional o madurativo.
- Disgrafía secundaria, es una manifestación sintomática de un trastorno de mayor importancia. Por ejemplo, en los niños con TDAH la mala letra está condicionada por factores psicomotores alterados (impulsividad, atención, torpeza motriz y trastornos esquema corporal).
Giordano también plantea dos tipos de digrafía:
- Disgrafia disléxica, donde existe una alteración simbólica del lenguaje escrito, como consecuencias de dificultades disléxicas. Se llama disléxica porque los errores son parecidos a los cometidos por un niño disléxico. Los más frecuentes son, según Portellano:
– Omisión de letras, sílabas o palabras.
– Confusión de letras con sonido parecido.
– Confusión de letras con orientación similar.
-Inversiones o transposición del orden de las sílabas.
– Agregado de letras y sílabas.
– Uniones y separaciones indebidas de sí lavas, palabras o letras.
- La disgrafía motriz o caligráfica la podríamos definir como un trastorno de tipo funcional que afecta la calidad de la escritura en su aspecto de realización gráfica.
Esta alteración se produce en personas cuya inteligencia se encuentra dentro de los parámetros de normalidad estadísticos y que no presentan dificultades sensoriales
Tanto la disgrafía motriz como la disléxica pueden provocar una baja productividad en tareas escolares y dificultades para concentrar la atención, por lo que es conveniente su tratamiento reeducativo.
Un tratamiento reeducativo de la disgrafía pasa inicialmente por una observación y detección de las dificultades específicas del escribiente, que debe contemplar elementos como la posición del eje corporal respecto al papel; la postura de los hombros, la espalda y los pies; la posición de los dedos al presionar el instrumento; la presión del rasgo y su estudio, etc.
A partir de la observación deberemos trabajar diferentes aspectos grafomotores como las posturas del tronco y la cabeza; la lateralidad; la precisión del gesto; la coordinación viso-motriz; la continuidad del trazo; el sentido de rotación; la recomposición de las partes del todo o la constancia de forma.
Un programa para favorecer la reeducación de la disgrafía debe ser desde un enfoque global en sus diferentes ambientes educativos: escuela y familia. Es importante usar una técnica de “rodeo” que vaya desde lo global, espontáneo y motivador hacia un trabajo más específico y segmentario.
Hay algunas actividades previas muy útiles, como imitar diversas posturas; visualizar el propio cuerpo y después dibujarlo o desde la posición de tumbado ponerse de pie con los brazos cruzados. También existen actividades de reestructuración espacial como reproducir un modelo simétrico a otro proporcionado o reconocimiento de errores en dos dibujos semejantes. Existen diferentes actividades de destreza manual y digital, como tocar las palmas, primero libremente y después siguiendo un ritmo; hacer trazos libremente sobre la arena y/o el agua; lanzar objetos con una mano y otra; juntar y separar los libros, primero libremente, luego siguiendo órdenes; caminar sobre la mesa con los dedos o pintar con los dados, tanto en el plano horizontal como vertical.
En referencia a la coordinación viso-motora, pueden tirar a un blanco situado a una distancia cada vez mayor; atar y desatar lazos; dibujar figuras uniendo puntos marcados o doblar papel, rasgarlo por la doblez y recortar con los dedos.
En cuanto a técnicas gráficas, hay diferentes actividades básicas, como trazos verticales, horizontales, oblicuos, aspas, ondulados y su serialización, dibujar círculos, cuadrados, triángulos, y combinarlos, etc. Se puede reforzar el espacio gráfico con actividades como situar objectos respecto a otro; dibujar objetos a izquierda y derecha de otro ya dibujado; seleccionar entre muchos grafemas escritos unos determinados o sopas de letras.
Es importante buscar actividades que gusten al niño, que las haga de manera continua y constante, sin que haya bloqueo u oposición. Es decir, más vale un poco cada día, pero hay que reforzar los aspectos de la escritura en que observemos un mayor esfuerzo por su parte a la hora de realizarlos.
En el ámbito escolar se pueden aplicar ciertos trucos para facilitarle el trabajo como darle la hoja de trabajo con elementos facilitadores (formularios ya preparados para rellenar determinadas partes); no tener muy en cuenta la presentación o la ortografía en los trabajos; reducir los trabajos de copia en clase; permitirle usar hojas pautadas; tener modelos de letras en su mesa de trabajo; permitirle usa el tipo de letra que le resulte más fácil; usar el instrumento que prefieran (lápiz, bolígrafo, pluma, rotulador), utilizar una prótesis de agarre o realizar escritos cooperativos en grupo.
El Dr. Joaquín Serrabona Mas es Doctor en Psicología, Profesor en la Universitat Ramon Llull de Barcelona; Psicólogo clínico, psicomotricista y terapeuta familiar; corresponsable del programa de atención psicomotriz en las escuelas públicas de Terrassa (Barcelona), Director de los cursos de postgrado “Especialista en psicomotricidad” y “Terapia psicomotriz” impartidos en la Universitat Ramon Llull.; Presidente de la sección Psicología de la Educación COPC (Colegio Oficial de Psicología de Cataluña), Presidente de APSI (Asociación Psicomotricidad de Integración) y autor del libro: Abordaje psicomotriz de las dificultades del desarrollo publicado en la editorial Horsori.