Leer es un placer que debemos trabajar desde la naturalidad y el deseo. El bote de las palabras bonitas no es más que la proyección de ese escritor que todos llevamos dentro y que nos coartan por las prisas sociales de aprender sin sentido y de manera mecánica. Construir tu propia historia a partir de palabras que escogemos con el sonido del corazón, nos llevará a crear, a inventar, a descubrir y a trabajar también en familia, entre iguales y a ser protagonistas del arte de leer con sentido y responsabilidad. El juego como herramienta de logro y la lectura como necesidad intrínseca y como objetivo vital de aprendizaje.
Leer no es repetir como un loro. Es un proceso más complejo que implica la puesta en marcha de una maquinaria cognitiva muy compleja. Leer es al principio una cuestión visual, es ver lo inmediato. Sin embargo, leer implica reconocer los símbolos gráficos, percibirlos, identificarlos con el fin último de descifrar qué nos dicen. Eso es leer, no es decir palabras sueltas o reconocer sílabas. Leer es algo más complejo, más abstracto. Se trata de obtener y procesar la información de un todo, no de una palabra aislada. Tenemos que atender a procesos léxicos y a procesos sintácticos y semánticos.
Los niños y niñas necesitan una madurez cerebral que todavía no tienen, por lo que debemos comenzar dotándolos de estrategias, procedimientos, herramientas y habilidades, sin forzar ni bloquear, ya que podemos ocasionar futuros problemas para adquirir este aprendizaje cuando se encuentren en el nivel evolutivo adecuado. Obligar, cuando neurológicamente no están preparados, nos llevará a errores que perdurarán en el futuro y que perjudicarán seriamente dicho proceso.
Con esto lo que tratamos de proyectar es que la edad de madurez lectora empieza a partir de los seis años. Por lo que vamos en buen camino si respetamos los ritmos biológicos y neuronales. Existe una premisa de la pedagogía de María Montessori que nos dice que si un niño, a los cinco años no lee correctamente, lo estamos haciendo bien.
Las familias presentan cierta ansiedad por lograr que sus hijos e hijas lean de manera fluida en la etapa de Infantil, sin llegar a entender que la lectura es algo complejo que va más allá de la repetición mecánica de palabras inconexas y carentes de sentido. Para ello, El bote de las palabras bonitas, nos ayudará a facilitar un proceso complejo ya desde sus inicios.
El bote de las palabras bonitas se convierte en una aventura que tiene como objetivo principal romper los mitos sobre un proceso lecto-escritor, anquilosado, copioso y absurdo, que nos encasilla en un procedimiento tedioso que no atrae al niño de manera natural, enfrentándolo a miedos y angustias innecesarias. La primera de las misiones es crear un rincón de la lectura.
¿Cómo crear un rincón de lectura en el aula?
Cada uno de nosotros escoge un lugar tranquilo, con luz natural, con espacio para estar cómodo y que me permita colocar un soporte para escribir, un asiento en el que pueda sentirme relajado y que me transporte a las aventuras que sin duda entrañan los cuentos que colocaré y que serán el punto de partida de mi futura pasión por las palabras.
Una vez diseñado mi espacio y escogido los elementos de este, procedo a establecer una rutina de contacto con los cuentos, los cómics, libros de aventuras… Podemos empezar visualizando los dibujos, las ilustraciones que más nos gusten e identificando las letras de nuestro nombre, las iniciales de los nombres de mis amigos, de mi familia… hasta llegar a reconocer palabras completas.
Un adulto puede leernos fragmentos de los cuentos, aventuras, leyendas…y escoger aquellas palabras que nos llamen la atención, bien por su sonido, porque nos resulten familiares, porque nos gusten o nos recuerden a algo o a alguien… para posteriormente comenzar a copiarlas e ir introduciéndolas en El bote de las palabras bonitas.
Este bote lo preparamos previamente con las familias y lo decoramos con motivos personales, significativos y que nos identifiquen, ya que se convertirá en un bote del tesoro cargado de palabras maravillosas, palabras de cuento.
Esta aventura persigue naturalizar el aprendizaje lector y darle un carácter más lúdico y cercano.
Cada día escuchamos una historia y al seleccionar y copiar al menos tres palabras importantes para nosotros, nuestro bote se irá cargando de fantasía, creatividad y pasión para dar vida a cuentos e historietas creadas a partir de las palabras bonitas de nuestro maravilloso bote e inventadas por nosotros mismos de manera individual o en familia.
Esta aventura está enfocada al alumnado de cinco años, con el fin de romper el mito de la lectura a partir de cartillas aburridas, silabeos interminables y memoria mecánica. Persigue naturalizar el aprendizaje lector y darle un carácter más lúdico y cercano, partiendo de los intereses reales de cada niño, a partir de la selección de las palabras pivote, la invención de las diferentes historias y la necesidad de leer para exponer y proyectar sus propias creaciones.
Les acercamos a los sonidos de manera sencilla, a la identificación de símbolos de descodificación y a interiorizar elementos imprescindibles para aprender a leer sin necesidad de atormentar, forzar o acelerar el ritmo natural de los aprendizajes.
¿Cómo se construye el bote de las palabras bonitas? ¿Qué se persigue y para qué sirve?
Escojo un bote significativo para mí y hago uso de todos aquellos elementos que me permiten darle un toque personalizado y vital. Este bote debe quedarse en la zona destinada a la lectura y se irá llenando de aquellas palabras que nos resulten especiales, simbólicas o que se acerquen a nuestros gustos e intereses.
Cada semana sacamos las palabras y las colocamos en un lugar que me permita visualizarlas y escoger las que más nos llamen la atención con el fin de crear una historia, en la que pueden participar mis compañeros, mi familia o realizarla yo solo. Tratamos de acercarnos al gusto de crear literatura infantil, a la curiosidad por saber qué dicen esas palabras, cómo hablan, cómo suenan unidas entre sí…sin que aprender a leer suponga padecer las prisas del sistema educativo, que se empeña en adelantar los momentos evolutivos y en alejarnos del placer intrínseco de leer por descubrimiento y deseo.
Se va produciendo una evolución con un marcado carácter constructivo, en tanto en cuanto que comenzamos con historias sencillas, cortas, con palabras del vocabulario cotidiano, para terminar con historias fantásticas, que contiene no solo un contenido diverso, rico y especial, sino que acuñan conceptos y palabras que van más allá de los intereses escolares para poner de manifiesto, intereses personales y reales. Cuando somos capaces de dotar de palabras para llevar al niño a la libertad de creación y expresión, cuando acercamos al alumnado a experiencias con la literatura, haciéndoles partícipes de su propia proyección, el proceso lector aparece, de manera natural, espontánea y vital. Aprendemos de aquello que nos atrae, de aquello que satisface nuestra curiosidad y que nos llama la atención. Todo lo arbitrario, todo lo que obliga y no vincula, termina aburriendo y quedando en el olvido.
El hecho de tener un espacio dedicado al efecto, reservado para el arte lector, el contar con un cofre en forma de bote, cuyo tesoro son palabras que nos parecen hermosas y el hecho de ser autores de nuestras propias historias, nos garantiza el éxito y el aprendizaje funcional y de vida.
Si queremos lectores con futuro, necesitamos cimientos sólidos en el presente. Es muy importante trabajar desde la ilusión y desde los ojos de los niños y niñas, pues sus miradas nos marcan el sentido y la vialidad de lo que realmente necesitan. Cada niño debe ser el autor de su propia historia y construir su cuento de vida.
Sobre la autoría:
Ana González Herrrera es ganadora, ‘Premio Educa Abanca Mejor Docente 2022’ en la categoría de Infantil y maestra en el colegio Maestro Eduardo Lobillo de Rota.