La sociedad de hoy en día está fuertemente influida por el dinamismo, las nuevas tecnologías y el estímulo constante. Por este motivo la lectura de negro sobre blanco en papel parece denostada. Esta percepción social dificulta que los niños se interesen y entusiasmen por la lectura. Pero como profesores podemos hacer mucho, mucho más de lo que pensamos, con un ligero esfuerzo.
Así, según el artículo “El desafío de la comprensión lectora en la Educación Primaria”, de la Licenciada en Educación Primaria y Doctora en Ciencias de la Educación, Sibele Nadalya Peña-García, publicado en 2019 en el número 24 del volumen 13 de Revista Panorama, es importante el papel del maestro y su labor para tener un objetivo claro y preparar a los alumnos para la lectura y su disfrute. Los resultados son fruto del trabajo desarrollado en un grupo de 100 alumnos entre 10 y 11 años, en México.
Entre las principales conclusiones destaca que los niños no disfrutan cuando se desarrollan actividades de lectura monótonas, o sin que se entienda la finalidad. Por eso es tan importante que los maestros propongan actividades lúdicas y expliquen claramente los objetivos en cada caso. Sería muy útil en estos casos preparar actividades de diálogo e intercambio de ideas entre el profesor y los niños acerca del contenido y el vocabulario para facilitar la comprensión.
También se puede debatir sobre de qué puede ir el texto a partir de su título. Esta labor ayudará a resumir e interpretar su contenido una vez leído. En este sentido, otra estrategia interesante para motivar a los alumnos es trabajar el análisis, la síntesis y la argumentación sobre el texto. Esto no solo ayudará en la lectura, sino también en otras actividades de redacción que puedan derivarse.
El profesor debe ser la fuerza motriz que genere actividades y debate con preguntas y repreguntas sobre el contenido del texto. De este modo facilitará al alumno su comprensión. También debe concienciar a los niños sobre la importancia de la lectura en su desarrollo personal y profesional futuro.
El hecho que los niños reconocieran que es muy habitual experimentar alguna emoción después de leer es un indicio significativo de las grandes potencialidades disponibles para que los profesores desarrollen diferentes estrategias para fomentar la lectura y reflexionar sobre el contenido de los textos.